A resguardo de la ola de
calor que, como es costumbre, nos visita todos los veranos, he leído
en un periódico de tirada nacional las declaraciones de un político,
militante de un partido de primera fila, que conceptúa la
democracia como causa de la libertad. Al parecer, político y
periodista desconocen, aparentemente, algo tan elemental como que
es la libertad la que lleva a la democracia y no al revés.
Es cierto que la
libertad total es una utopía. El individuo, ante la necesidad de
vivir en sociedad, cede parte de esa esencia para que la convivencia
sea posible, y tiene, en consecuencia, obligaciones en su conducta
respecto de los demás; pero, sí es propietario de un resto
suficiente que debe preservar y utilizar para participar en la
elaboración y dirección de un proyecto social común, esto es la
democracia. Una cuota de libertad que le permite, ante la
imposibilidad práctica de la acción directa, elegir directamente
a las personas que mejor cree le han de representar y utilizar
altavoces sin restricciones
para denunciar cualquier desviación de los intereses comunes. Ambas
libertades —de elección de personas representativas y de
expresión pública— están en nuestra sociedad secuestradas por
los partidos políticos, que, con el pretexto eufemístico de ser instrumentos políticos necesarios, se han convertido en obsoletas
estructuras de poder que, tras rostros televisivos, esconden en la
sombra oscuros personajes que manejan de forma espuria todos los
resortes del Estado; personajes que enajenan los derechos ciudadanos
secuestrando los mecanismos necesarios que impiden mantener su falsa
democracia: sistema electoral abierto, control administrativo,
independencia judicial y disponibilidad de difusión de la opinión
pública libremente expresada.
Otra
vez, estas maquinarias trasnochadas que detentan el poder vuelven a
caer en la torpeza de creer que la sociedad, silenciada,
aparentemente adormecida y limadas las garras de un ejército
perfectamente asimilado, poco o nada puede hacer para desmontar sus
privilegios y desmanes. Instalados en esta estable ola de sol
radiante que les luce creen estar a salvo de tormentas. Pero de nuevo
se equivocan. En su cómoda actitud no atisban el peligro que amenaza
su horizonte; no evidencian los negros nubarrones de los hechos que
acontecen en la comunidad internacional, el frente borrascoso de las
llamadas redes sociales anuncian el final de su buen tiempo. La
difusión por satélites, incontenible ya, conforman un frente
climático-político de sentimiento compartido, de disconformidad, de
hartura, de cabreo, de hasta aquí hemos llegado, y de una actitud
resuelta de descargar, más pronto que tarde, una inevitable lluvia
liberadora y vivificante que acabe con ese lastre heredado que
impide realizar los utópicos deseos de libertad.
Esperemos
que no sea otro diluvio.
Me gusta este escrito, Luis.Hay un atisbo de esperanza en esa borrasca provocada por "la disconformidad, la hartura y el cabreo colectivo".Así como otras veces te has mostrado escéptico sobre la fuerza colectiva para promover cambios,aquí aprecias ese "frente borrascoso de las redes sociales", y las armas de las que dispone el ciudadano, como ser individual y social, para elegir por quién quiere ser gobernado y su voz para denunciar las desviaciones del Poder.Tenemos voz y voto, pero no sabemos utilizarlo para conseguir el fin de tener unos gobernantes capaces y honestos.
ResponderEliminarEsperemos que la borrasca traiga agua abundante y limpie la atmósfera contaminada.
Un buen escrito, Luis.Claridad,denuncia, compromiso y esperanza.Está muy bien que en un blog, tan leído como el tuyo,se traten estos temas.
Un abrazo.
No cabe duda de que la facilidad de comunicación que proporciona Internet,servirá para aglutinar a la gente que desea cambios profundos en la sociedad.Las ideas se propagan a todos los niveles con inmediatez y, aunque los gobiernos traten de controlar su difusión, están lejos de lograrlo.
ResponderEliminarEsta conexión a través de las redes sociales tiene este aspecto positivo en medio de un mar de banalidad.
Me uno a tu esperanza de esa "lluvia liberadora"".
Saludos.