Uno de los agravios
comparativos que tenemos los jubilados —además de la carencia de
salud, juventud y belleza— es que todo nuestro tiempo es vagar
aburridos, sin hacer nada de provecho y, ¡claro!, así carecemos de
ilusión para disfrutar vacaciones y días de asuntos propios
(disculpen la ironía). Llevo dos meses en la playa donde vine
huyendo del calor y aquí me encuentro todavía, desconectado de la
vorágine ciudadana, el fútbol, la política, la economía y ...en
fin de todo aquellas vivencias desagradables tan necesarias para ir
tirando. Solamente me llega algún comentario al respecto a través
de esa mensajería comunitaria que llaman “whastaaps” del que
deduzco la perplejidad que está ocasionando en la ciudadanía las
primeras iniciativas políticas de los gobiernos social-populistas
conformados recientemente. Dicen que han empezado a quitar
crucifijos, retirar cuadros de arcángeles, cambiar nombres de calles
y paralizar obras que, a pesar de estar legalmente autorizadas, no
son de su agrado ideológico sin que, al parecer, ninguno de ellos
haya empezado aún a aplicar alguna de las medidas de calado social
que anunciaban de inminente e imperiosa necesidad. Esto me hace
recordar una divertida anécdota que le sucedió hace tiempo a un cosario de mi pueblo.
Para los que no sepan qué
es un cosario —se suele confundir con “corsario”, que es otro
concepto— le ilustraré que es (era) un señor que hacia encargos en la
ciudad por cuenta de las gentes de los pueblos; era un llevar y
traer, comprar y vender, hacer, entregar..., nada específico: hacía
cosas —de ahí lo de “cosario”— encargadas por vecinos del
pueblo; naturalmente en el cobro iban incluidos los gastos del viaje,
estancia y necesidades personales. Solían juntarse de varios pueblos cercanos para ayudarse mútuamente,
abaratar la gestión y hacer el viaje más ameno.
Pues cuentan que, en una
ocasión, madrugaron más de lo conveniente y cuando llegaron a la
ciudad estaba todo cerrado; ni tiendas ni bares, ni mercado, ni oficinas estaban disponibles.Tenían necesariamente
que esperar y, ante la inesperada perspectiva, al cosario de mi pueblo se le
ocurrió la brillante idea de no perder el tiempo: “vámonos de
putas y así tenemos ya esa tarea adelantada”.
Pues... eso. Seguramente todos los organismos están cerrados por vacaciones y nuestros cosarios políticos está haciendo "sus cosas" para no perder el tiempo.
Ja, ja, ja Excelente ironìa para unos "cosarios" que son lo que en definitiva son. Traer, llevar, echar, corregir... lo que otros màs importantes mandan.
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