El mar está
hoy como un plato. El quieto gris plomizo se funde en el horizonte
con un cielo solo tenuemente atravesado por el sol perseverante de
agosto. El calor y la humedad acumulada de varios días condicionan
este bochornoso panorama climático de finales de verano. Desde la
ineficiente sombrilla, al borde de las olas, contemplo algún bañista
compulsivo que se adentra en el agua caldosa, plagada de medusas que
acuden en manadas cual pateras subsaharianas y viejas tetas
aplastadas que, aquí y allá, con todo desparpajo, se tuestan
insistentes en la arena exhibiendo, impúdicos, gruesos pezones
amamantadores de otros tiempos. Es un día desagradable.
Dice mi
vecino de tumbona, meteorólogo aficionado, que se trata de una
persistente área de alta presión en la capa alta de la atmósfera
que impide la conversión, «el ascenso del agua evaporada» —me
explica—, y nos mantiene en una especie de sauna.
—Es como
una olla de agua en el fuego con la tapadera puesta —me aclara,
parabólico, presumiendo que su terminología es demasiado específica
para mí—.
—¡Coño!,
como la crisis —espeto para expresarle mi asimilación—: La
tapadera de los mercados, con su prima de riesgo, el BCE, la Merkel y
los del taco que nos impiden transpirar el vapor acumulado que
imprimen el fuego de los recortes, los impuestos, el paro, los
desfalcos, las prebendas...
—No había
caído yo en esa metáfora —replica, sorprendido de mi ingenio—.
—Pues, yo
lo he visto claro. Y lo que espero es que sea una olla con válvula porque, si no, vamos a saltar todos por los aires.
—¡No
exagere, hombre! Sería un simple accidente, nada más.
—¿Un
simple accidente, dice? Lo que sería es una desgracia irreparable
para el cocinero, la cocina, el apartamento, el bloque y la comunidad
europea e internacional.
—No creo
que llegue la sangre al río. No son más que juegos de intercambios
económicos propios de la sociedad en que vivimos.
—Exacto:
Algunos están jugando pero con fuego... otros con tapaderas, y otros
tienen la mente como la válvula de escape: obstruida —insisto en
mi ejemplo.
—¡No sea
usted pesimista, hombre! — me dice, tranquilizador—, dentro de
unos días otra vez la normalidad.
—Dios le
oiga, amigo, Dios le oiga...
Acaban de
llegar otras tetas; incipientes, blancas, nacaradas, casi
transparentes; brillan bajo el efecto del gel protector mostrando
tímidamente tenues areolas rosadas.
—¿Lo vé
usted? —me señala con la mirada—. La humanidad siempre ofrece
signos rejuvenecedores, ¿no le parece?
—Me
parece, vecino..., tengamos esperanza.
Debemos estar en dos playas diferentes, Luis. No percibo tetas aplastadas ni incipientes y nacaradas, donde yo estoy todas son iguales: operadas. Es difícil reconocer el rejuvenimiento de la humanidad con este engaño.
ResponderEliminarEn cuanto a la olla a presión, conozco familias a quienes ya les han estallado. Voy a la cocina no sea que la próxima sea la mía.
Un afectuoso saludo.
Julia
La realidad es solo para escépticos; lo importante es la apariencia. Vivir no es nada más que seguir el señuelo del instinto, el efecto solo está en la mente.
EliminarEsperanza, Julia; hay que tener esperanza... e imaginación.
Gracias por comentar.
No es un relato de los que más me gustan, pero ha provocado a mi sentido del humor.
ResponderEliminarLuís, tus dos personajes son muy reales. Esos hombres que en el sopor del bochorno, tendidos en la tumbona playera, se distraen en catalogar tetas y hacerlas bullir en la olla a presión de su cerebro, donde se cuecen las fantasías eróticas que alivian toda clase de crisis.
En esos lugares, inundados de sol y de cuerpos, ambos personajes tienen algo de “voyeurs” y no están en condiciones de analizar la crisis financiera, ni cuestiones filosóficas, ni siquiera las causas del bochorno. Vuela su fantasía hacia las tetas y el lenguaje se ha hecho creativo y la vista selectiva.
Nada de fijarse en la belleza de las medusas y sus sensuales movimientos; es una belleza perversa como lo puede ser el cuerpo de una mujer, pero nuestros hombres no estaban en esa onda.
¡Qué restringido se ve el mundo desde la tumbona de la playa!
Confieso que, como este verano no he podido lucir mis tetas en la playa para someterme al veredicto del jurado masculino, ni tampoco he pasado por Dermoestética para ponerme en manos de un experto cirujano plástico, me he conformado con consultar al espejo, tras la ducha matutina, como si se tratara del espejo mágico: ¿”aplastadas, descolgadas, turgentes,globulosas,planas, nacaradas”?...
Luís, ya ves; me he divertido un ratito.Eso también rejuvenece.
Un abrazo.
Es verdad, Fany. No es éste el comentario más afortunado del blog, pero, bueno... no siempre está uno inspirado. A veces necesitas salir del bucle económico-socio-cultural que nos acosa y tirar por la calle de enmedio.
EliminarNo necesariamente la mirada al cuerpo femenino —o masculino— ha de ser lasciva; puede buscar —y encontrar o no— belleza estética, o identificar determinadas formas con la juventud pujante, creadora, cambiadora, prometedora, fascinante... que alguno hemos perdido con el tiempo.
Reír es otro atributo positivo de la vida y me gratifica poder proporcionártelo con mi escrito. ¿Ves?, un signo rejuvenecedor y de esperanza.
Gracias, por comentar —incluso las malas reflexiones—.
Un abrazo.
¿”Malas reflexiones”?... ¡Vamos, Luís, no malinterpretes mis palabras!. Nunca la obra del artista es uniforme y la percepción del que mira, tampoco.
EliminarEn este relato has servido “un plato combinado” y, debido al bochorno –que suele quitarme el apetito y volverme más light— me ha resultado más apetitosa la guarnición que la tajada porque tenía ganas de jugar y con eso de “la crisis” no se juega.
Y, de “miradas lascivas” yo no he hablado.Más diría de tu mirada idealizada al atribuir al cuerpo femenino joven, cualidades que no tienen que ver con lo físico.
Parece que Maruja Torres haya leído tu comentario, y responde hoy, en “El País Semanal” : ...”bien sabemos a estas alturas que un “top less”no significa pensamiento libre, solo son mamas al aire”.
No dejes de hacerme reír, pensar y, a veces, llorar con tus escritos.
Un abrazo
Fany, la que me has hecho reir eres tú. Reir, olvidarme de crisis financieras y bochornos y salir a mirarme las mías en el espejo. El veredicto masculino de la playa lo dejaré para más adelante, no pienso fijar mi mirada en las suyas, no vaya a ser que me manden por el servicio de urgencia del Samur a Dermoestética.
ResponderEliminarNo puedo parar de reir...¡se te agradece!
Un abrazo.
Gracias por compartir el humor.Saber reír en días bochornosos es necesario y como ya somos fans de este blog,Luís nos permite algunos desvaríos. Tal vez él esconda su sonrisa bajo el bigote, suponiendo que lo tiene.
EliminarUn abrazo
En un día bochornoso, con el aire denso y pegajoso ¿de qué se puede conversar? Está interesante la analogía meteoro-económica, pero me inquieta lo de los "juegos de intercambio económico", es que temo que soy una de las "piezas de intercambio", y no una de las más valiosas, estoy seguro.
ResponderEliminarEn lo de las tetas, paso; aquí, en lugar de destape se usa el re-tape, es decir que muchas mujeres se ponen una camiseta encima del traje de baño, timidez altiplánica, es posible, que impide toda posible evaluación. La verdad es que donde se ven las tetas es en la televisión, pero de las silicónidas, que, conocido el engaño, no me interesan para nada.
¿Optimismo? ¿pesimismo? la mejor manera de dejar de ser optimista es viendo las noticias, que hacen pensar, como Mark Twain, que lo mejor que le podía haber pasado al mundo es que Noé y su familia hubieran perdido el barco...
¡Caramba, Jenofonte!, eres más pesimista que yo —que ya es decir—. Yo interpreto que Noé fue, en todo caso, un salvador de la sociedad animal —un poco a lo Hitler, en su afán de seleccionar—, pero eficaz. Si acaso echemos la culpa a Adán y su familia, que solo eran cuatro, él un insumiso, Eva una lasciva, Abel un gilipollas —todos sus animales se los daba a Dios— y Caín un asesino. Con esos mimbres ¿qué cesto se pude hacer?
EliminarEs un placer volver a leer tus comentarios.
Bueno, pesimista no soy las 24 horas del día, es al ver los noticieros cuando me dan los ataques.
EliminarNoé tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Entre las malas, que haya rescatado a algunas sabadijas ¿por qué tenía que embarcar a una pareja de cucarachas?. Entre las buenas, que haya descubierto el vino ¡eso si que fue genial!
Como es frecuente en tus escritos, mezclas situaciones y temas, bien estructurados, que gradualmente me llevan, de forma amena, a captar las conexiones que hay entre ellas.
ResponderEliminarEsta vez, el diálogo coloquial --acorde con el entorno playero y bochornoso--, es un intercambio de ideas ligeras sobre la situación socio-económica y política del país, adobadas con aspectos lúdicos de un día de playa, que dan al relato realismo y desenfado.
¿Cómo esos dos hombres, desde su tumbona, no van a comentar coloquialmente sobre los cuerpos semidesnudos? Si son jóvenes, por impulso biológico y si son mayores, por su nostálgica fantasía.En situaciones como esta se habla de fútbol, del tiempo, y de mujeres.Tres temas de los que casi todos los hombres dicen ser entendidos.
Con su permiso, voy a sentarme junto a ellos para opinar: mis preferidas son las “transparentes”—“aplastadas” o no--, para llegar con la mirada al interior de su pecho –algo así como el alma—y percibir si el aire que respira es mi aire y si su corazón se acelera al sentir mi mirada.
Que sigas disfrutando de la playa y sus sobresaltos y nos los vayas contando.
Saludos.
Me encantan tus consejos literarios. Tus análisis de las entrelíneas ayudan a expresar mis pensamientos. Ven con nosotros a la playa y ríete un poco de la vida, de las gentes y también de nosotros mismos que, en nuestra soberbia, olvidamos los instintos primitivos, de primates hortofrutívoros, que subyacen en nuestro comportamiento social.
EliminarGracias por estar siempre por aquí.
A propósito de instintos primitivos, está claro que los que estaban en la playa recuerdan su condición de mamíferos...
ResponderEliminarDe mamíferos simples no: de primates bosquimanos; las ballenas no se comportan así —al menos, eso creo—.
EliminarMe ha gustado mucho tu relato, Luís. Y no menos los comentarios divertidos de los lectores.Es por esto que tu blog me parece original. Los lectores no se limitan a decir si les gusta o no, sino que expresan,ampliamente lo que tu escrito les inspira, estableciéndose así una interrelación entre unos y otros que da dinamismo e interés a tu blog.
ResponderEliminarTambién el que respondas con algo más que "gracias",hace de este espacio un blog singular.
Un cordial saludo.
Tono
Tomo nota, Tono.
EliminarProcuraré seguir esa línea, aunque no siempre salen las cosas como uno quiere.
Saludos.