Se oye a lo lejos el sonar de un buque
en medio de la niebla.
El mar, en calma, está cerca de mí
pero no me pertenece.
Como tampoco la palmera que se yergue
exhibiendo su penacho a la brisa de levante.
Sé que es mío el ordenador desde el
que escribo.
Y el sillón en que me siento.
Y la mesa y la taza con restos de café,
también son míos.
Igual me pertenecen los dedos que
teclean, los brazos, el cuerpo relajado, los ojos que escrutan lo que
escribo.
Pero... ¿quién soy yo, que tengo
tantas cosas?
¿Dónde estoy que no me ubico?
¿Es que solo soy espíritu?;
¿sensaciones, ideas y pensamientos?
Seguramente los otros “yo” serán
lo mismo, algo intangible escondidos en soportes biológicos a los
que parasitamos.
Nidos imperfectos condenados a
degenerar y desaparecer.
Quizás este escrito, como otras
manifestaciones, no sea más que un grito de socorro para no ser
arrastrado por ésta mi caduca parihuela.
Y, ¿quién, entonces, podría darme la
mano, si no hay manos?
¿Y porqué tendría que hacerlo?
¿Y para qué?
...Mejor me levanto y me hago otro
café.
Es lo que tiene el amanecer,nos invita a hacernos demasiadas preguntas.
ResponderEliminarAl final siempre nos quedará otro café para ir tirando...
Saludos
A veces buscamos atender asuntos ordinarios, como "Grexit, para liberarnos de tanta angustia existencial.
ResponderEliminarUn saludo, Joaquín.
Primero describe lo que le rodea, después lo que le pertenece y luego lo que le falta a su espìritu para sostenerlo y acunarlo. Excelente texto existencial.
ResponderEliminarBueno..., cuando se dejan solas las neuronas puede pasar cualquier cosa.
EliminarGracias por comentar.
Un escrito de sencilla estructura y complejo contenido. Uno de tus “yo” despierta en esa bruma del amanecer, como si le costara abordar el día, sumido en dilemas existenciales.
ResponderEliminarLo lejano es hermoso pero no le pertenece.Solo se reconoce en lo cercano y palpable; algo que le deja insatisfecho a ese otro yo que piensa , siente y grita buscando una mano que le impida ser arrastrado hacia el abismo; pero no cree que existan esas manos ni tan solo razón para salvarle. ¡Angustia existencial absoluta!
No obstante,siempre nos quedará un buen café para levantar el ánimo y ahuyentar los fantasmas.
Un abrazo y un café.
Solo hay un "yo", Fanny: el que piensa y siente; parece que está a la altura de mis ojos pero no se ubicarlo. Lo demás, lo que se ve, se oye o se palpa, son otra cosa; ajena al "yo".
EliminarEn fin... ¡cuánto me gustaría tomar contigo un café!, aunque a esta hora... mejor un "gintonic".
Otro abrazo.