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13 de febrero de 2022

Cambio climático

Como si no hubiera un ayer y un mañana, el egocentrismo humano que nos hace poseedor del destino, espacio y tiempo cree que el ahora, es el momento cumbre del existir universal (“cree la rosa que el jardinero es eterno”); y nos dicen los expertos que asistimos a un cambio de inflexión climatológico —esta vez único y definitivo— que acabará con la vida en el planeta Tierra. Es lo que llaman “Cambio climático”. Lo curioso es que aseguran que la actuación del hombre es la causa fundamental de este trágico final; es verdad que no saben o no se atreven a señalar si éste insignificante ser del cosmos alterará también el proceso evolutivo del conjunto universal (¿Dios juega a los dados?). 


En consecuencia, ha surgido o se ha creado un movimiento social cuya parafernalia supera con creces los torpes e inútiles procedimientos para evitarla (impuestos inoperantes). Reconozco mi escepticismo al respecto pero, en cambio, estoy seguro de que, una vez más, se utiliza de forma espuria un “apocalipsis” para hacer caja por los “siempredueños” de esta nuestra sociedad acojonada. 


Sé que mi precaria perspectiva vital me librará de ser espectador de tal desastre pero me preocupa el qué dirán por no torcer mi voluntad en beneficio de generaciones futuras. Aunque, bien pensado, más allá de mis nietos, la sociedad se olvidará por completo de mi existencia, de mis actuaciones y de mis obras, ¿para qué mi sacrificio? 


Pensándolo mejor, sigo el sabio consejo del fraile: “Para el tiempo que me queda en el convento me cago dentro”.


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