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25 de octubre de 2010

Cristobal y el arte

La conversación había derivado al arte después que me confesara que quería dedicarse a la música al jubilarse. No parecía razonable que entonces se iniciara en el aprendizaje de algún instrumento, por lo complejo que tal empeño significa. Entendí que se refería no a la “creación” sino al “consumo” musical.

Mientras caminábamos, discutíamos si para consumir música o cualquier tipo de arte era necesario tener un profundo conocimiento del mismo y ser capaz de “saborearlo”. Al hilo de este debate, Cristóbal me refirió una esclarecedora anécdota:

Fue en una veraniega tarde de toros en La Malagueta. Toreaba Manzanares padre, que tuvo una buena temporada aquel año. Estaba contemplando el paseillo cuando, tras saludar con un gesto, se sentó a su lado un inglés ya entrado en años. Lo miraba todo con sumo interés y consultaba inútilmente los folletos de propaganda que portaba.
En la suerte de varas, le inquirió en un castellano chapucero y señalando el ruedo:
¿Qué significan las rayas blancas circulares?­
Previendo la sarta de impertinencias del típico pesado ávido de información, le respondió secamente:
Son señales donde se prueba la bravura del toro.
En otro momento de la lidia, volvió a preguntar:
¿Es bueno lo que está haciendo el torero?
Cristóbal decide aleccionarlo de una vez:
Cuando sea bueno, Vd. mismo lo notará: Se le pondrán los vellos de punta.

Manzanares empezó su faena en el tercio y por bajo. Con pases sucesivos, casi rodilla en tierra, ganándole terreno al "zaino", lo llevó a los medios y, para rematar la serie, se cambió la muleta a la izquierda y dejó un parsimonioso y desmayado natural. El animal quedó clavado mientras él se alejaba de una forma lenta y displicente mirando al infinito. Una ovación cerrada mostraba la satisfacción del tendido que aplaudía esperanzado ante una prometedora faena venidera. Entonces, el inglés, sin pronunciar palabra y con gesto sorprendido, mostró ¡los erizados vellos de su antebrazo!.
-¡Esto es arte!-, sentenció mi amigo al finalizar el cuento.
Llegábamos a su casa cuando convinimos que una cosa es crear, otra consumir y otra saborear el arte. Para ésto no es necesario información ni aprendizaje, solo se requiere sensibilidad, ...como la que tenía aquel espectador inglés de La Malagueta.
Y, ya en buena sintonía, nos dispusimos a saborear el magnífico vino de la bota que tiene en el sótano de su casa... que también pone los vellos de punta.


1 comentario:

  1. Un tema muy interesante.Me uno a la conversación de ustedes sobre:

    "... convinimos que una cosa es crear, otra consumir y otra saborear el arte. Para ésto no es necesario información ni aprendizaje, solo se requiere sensibilidad, ..."

    El crear, está bien claro que es un don innato,que necesita complementarse con un aprendizaje técnico.En la creación el artista deja su impronta,define su personalidad, y transparenta su alma.
    En cambio, entre consumir y saborear, puede haber una disociación.Observemos la actualidad: se consume arte, sin saborearlo; solo porque ese consumo puede situar a uno en un estatus social y cultural frente a su entorno; es decir se consume para aparentar cultura, gusto refinado,medios económicos,etc.

    Para lo que se necesita sensibilidad es para saborear el arte, independientemente de la preparación académica.No hace mucho esto fue objeto de debate en una clase a la que asisto, y plantee la pregunta siguiente:"¿Es innata la sensibilidad hacia el arte?". Tengo mis dudas. Creo que la sensibilidad, como todo, forma parte de nuestra educación; hay una dosis importante adquirida en contacto con el entorno,con el arte y el interés por la cultura.
    Es como apreciar un buen vino.Para saborarlo hay que tener buen paladar y haber probado muchos para captar su aroma, su sabor, su textura, sus matices.
    La sensibilidad sin conocimiento, se pierde una buena parte del goce artístico.

    Saludos
    ^^^^

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