Páginas

19 de octubre de 2010

Carlos el platero

Fue un caso interesante. Sufrió durante muchos años un absceso pulmonar, complicación y secuela de una tuberculosis mal curada (eran otros tiempos). Su pulmón derecho alojaba una cavidad que, de tiempo en tiempo, se llenaba de pus y había que drenarla. En el antiguo hospital antituberculoso lo hicieron tantas veces que finalmente optaron por dejarle un orificio permanente en el costado. Cuando notaba mal cuerpo y tiritona seguida de fiebre, él mismo se quitaba el tapón de corcho con que tapaba el orificio y se acostaba de lado para que drenara por gravedad. Cuando estimaba oportuno volvía a taparlo y continuaba su actividad normal. Ahora está curado. La moderna cirugía le hizo un buen trabajo despojándolo de su dolencia y su cruz. El afortunado encuentro se selló con una incondicional amistad.
Un día me propuse hacerle una visita y me encaminé a su barrio. Eran las doce de una primaveral mañana cordobesa, cuando los amigos se buscan sin citarse en la barra acogedora de la taberna. Paseé, sin prisas, calle Feria abajo y lo encontré en un modesto y tranquilo taller de platería en una callejuela cerca de la ribera. Absorto y encorvado sobre una pequeña filigrana de plata no se percató de mi presencia.
Buenas tardes compadre.
Levantó la cabeza y, tras un instante, desplegó una contagiosa sonrisa en su rostro pequeño y rosado. Se levantó y nos fundimos en un caluroso abrazo. Sin mas dilación se dirigió a su hijo que laboraba con él.
Niño, voy un momento a un mandao. Ahora vuelvo.
Contentos de estar juntos nos dirigimos a la cercana taberna “La Sociedad de Plateros”, próxima a su casa. Desde la puerta y dominando el territorio se dirigió al tabernero:
¡Manolo, pornos dos copitas!, …que estén fresquitas que hace muncha caló.
Nos acodamos en la barra y, rápidamente, montamos una tertulia intrascendente. Estabamos tan a gusto que solo cuando apareció su hijo nos dimos cuenta del paso del tiempo.
¡Pápa: dice máma que vamos a come!
Dile a máma que ahora voycontestó Carlos mientras lo empujaba suavemente hacia la puerta. Y mirando al tabernero —¡Manolo llénanos!, …y danos una tapa de algo.
No habían pasado quince minutos cuando volvió el niño, esta vez con el ceño fruncido y molesto por hacer de recadero.
¡Que dice máma que la comida está en la mesa!
Tras una breve pausa.
Dile a máma que cuando me parezca bien iré p`allá— responde Carlos, esta vez más serio¡Vaya niño pejiguera... igual que su madre!—, y otra vez al tabernero— ¡Manolo, llena!
De pronto entra en el bar una señora con grandes aspavientos y el rostro enfurecido y se dirige hacia nosotros.
¡Hostias Carlos, tu mujer!— dije en voz baja.
No le dio tiempo a volverse.
¡¿No te da vergüenza? Que llevamos dos horas esperándote pa comé y tu tan tranquilo aquí en el bar!
Nos quedamos paralizados ante tan violenta situación. Hubo silencio y máxima expectación en la clientela del bar. Su “reputación” estaba en peligro y no era fácil una salida airosa.
Sin inmutarse, se volvió lentamente y, señalando con el dedo la cara de su mujer que esperaba desafiante su respuesta, inquirió enigmático.
¿Pues sabes lo que te digo?— y sentenció— ¡que te voy a quitar el carné de venir a buscarme a la taberna!
Un murmullo general aprobó el desenlace. La mujer se fue llena de perplejidad...
Y aquí no ha pasao ná. Solo ha habido un alarde de imaginación e improvisación de Carlos, “el platero”, un descendiente de la dinastía omeya, del califato cordobés, como se consideraba.

1 comentario:

  1. Con este relato de una entrañable amistad, basada en el reconocimiento de lo que uno le dió al otro, creaste este blog, hoy hace un año. ¡¡ENHORABUENA, LUIS!!. Más de 6.000 lecturas creo que es una buena cifra.
    Ha necesitado su tiempo para darse a conocer, pero ahora ya tiene una familia que le acompaña.Y vamos a cuidar la criatura entre todos,reconociéndote, con todos los honores, la paternidad.

    Bucee por tu blog,primero como anónima y ahora como de la familia, porque de tanto leerte y compartir contigo los sentimientos que se desprenden de tus escritos,te siento cercano.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar