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21 de octubre de 2010

Julián Tocado

Fue paciente mío hace unos años y hoy coincidimos en la partida de golf. Nos congratulamos del reencuentro y procedimos a iniciar el juego.
Tiene un swing violento y efectivo y, tras el golpe de driver, con postura de setter, observa la bola que vuela recta y larga a mitad de calle.
Es de Hinojosa del Duque, pero vive en Córdoba. Jubilado y con buena salud, la ocupación común en su situación, paseos al sol, bares, dominó..., no le seduce y ocupa casi todo su tiempo en jugar al golf, que es lo que le gusta.
Ahora no juego mucho. Solo diariamente por la mañana y por la tarde, y casi todos los fines de semana— dice irónico mientras andamos por el cuidado césped.

Tras comprobar su bola, se retira con pasitos cortos y la mirada fija en la bandera que ondea allá a ciento cincuenta metros. Esta vez, golpea con una madera cinco de forma más suave y armoniosa.
Dime, Julián, ¿desde cuando eres golfista? No te veo yo...
El golf era un deporte totalmente desconocido para mi. Me metí en ésto a los sesenta y un años, y lo hice para favorecer a un amigo que se había comprometido a buscar un grupo de personas para hacer un curso gratuito de golf (eran tiempos de oferta); no encontró a nadie y me pidió, algo desesperado, que participara.
Cuando empecé a dar bolas el profesor, aleccionado, recitó los comentarios al uso que ya me son familiares: “le pegas muy bien”, “tu has jugado antes”, “tu sirves para ésto”..., pero, aún siendo consciente de que las adulaciones eran interesadas, me enamoré del vuelo de la bola. Y hasta hoy...

El tercer golpe debe darlo desde un rougs medianamente espeso. Ahora aprocha adoptando una postura menos airosa; la bola sale rápida y se pasa del hoyo.
Pero, Julián, el golf es un deporte de competición y competir a tu edad...
Yo he sido deportista toda mi vida y, como a todo deportista, me gusta competir. Medir mis posibilidades frente a los demás es la única forma de saber cómo lo sé hacer.
Se para, invitándome a detenerme, y comenta enfatizando con un gesto de su dedo índice.
Pero para mí el golf es mucho más. Por un lado es distracción. Jugar al golf forma parte de mis tareas rutinarias. Tengo amigos jubilados que están deprimidos porque no tienen cosas interesantes que hacer y ¡no se mueven! La pasividad es una actitud incompatible con un temperamento inquieto como el mío.
Es también disfrute— comienza a andar de nuevo—. Yo soy de pueblo y mi infancia y juventud las pasé en el campo. La vida me llevó a otros lugares, pero llevo estos parajes en la sangre. Hay maravillas en el mundo pero me quedo con esta sierra porque me dice cosas que entiendo— dice señalando alrededor con la mano libre—. Y todo esto haciendo boguies, pares, y algunos verdies...,¡puro lujo!.
Pero además y sobre todo— continúa —es para mí una medicina milagrosa. Yo soy diabético desde hace bastante tiempo y, como tú sabes, cuesta mucho sacrificio mantener a raya el azúcar. Pues bien, desde que juego al golf ha dejado de ser un problema. Mantengo cifras normales de glucemia sin grandes sacrificios, disfrutando del placer de la mesa y de mi deporte favorito.

Ha dado vueltas en el green, estudiando las caídas como un experto. Se pone a la bola y, tras unos vaivenes de ensayo, patea lento y decidido. Unos segundos de emoción y... su cara se ilumina viendo embocar y oyendo su característico, exclusivo y gratificante sonido.
Lo que no entiendo, Julián, es cómo un hombre de costumbres y formas sencillas como tú se integra en un ambiente tan elitista como el de un club de golf.
Es verdad. Antes de aficionarme no tenia un buen concepto social de la gente del golf, ya sabes… los tópicos, los prejuicios... Sin embargo, tengo que reconocer que estaba equivocado; y lo digo a amigos míos que siguen pensando así. En el golf he encontrado gente de trato amable y correcto, he conocido personas de gran calidad humana y he hecho verdaderas amistades. Naturalmente siempre hay algún capullo que otro, pero no en mayor proporción que en otros sitios.

Es una tarde primaveral agradable, buen juego, magnífico paisaje y excelente compañía. Así se lo digo al acabar la partida al tiempo que estrechamos las manos con afecto.
Ha sido un placer, amigo Julián.
Lo mismo digo, que se repita.
No entiendo como unos y otros se empeñan en no considerar el golf un deporte popular.



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