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23 de octubre de 2011

Mi barca amiga


Muchos años saliendo a la mar, al amanecer, con sus aparejos prestos y poniendo proa a sus caladeros de siempre, llenos de promesas y aventuras; con su alma de cuatro tiempos sonando en la sentina y exhalando un sutil humillo blanco que se pierde en el aire fresco y transparente de la mañana; con andares marineros rompiendo olas cuya espuma acaricia su nombre simple rotulado en las amuras.
Ayer se hundió mi barca amiga en la bocana del puerto; cuando regresaba, como siempre, recortando la caída de la tarde con la panza henchida y la frente coronada de gaviotas.
Dicen que se escoró a babor para mostrar, antes de hundirse, su costado herido por el lance de un coral hermoso celoso de su libertad.
Ya no esperará a socaire en los días de tempestad, encapillada al noray de su tranquilo atraque, acogiendo escaramujos y mirando las lisas traviesas que juegan en la sucias aguas del pequeño puerto.
Ni reposará al final, como quisiera, varada en su retiro secando para siempre sus cuadernas al sol dorado de la tarde.
Ya no la contemplaré cada viernes desde el espigón con la caña echada y la imaginación suelta.
Ya no nos saludaremos en la distancia, encantados de conocernos tanto tiempo.
Ya no nos besará la cara a la vez la brisa vespertina de poniente.

4 comentarios:

  1. Como te gusta hacer sentir, y lo consigues,te digo que me has llevado hasta el espigón y te he visto desganado de la pesca, mirando absorto hacia el lugar donde se hundió tu barca amiga.

    Hay paisajes, personas y objetos cotidianos con los que establecemos una relación sentimental, a veces desde la lejanía o desde el silencio. A través de la mirada se establece un monólogo en nuestra imaginación y, si nos falta ese paisaje, lo añoramos. Sentimos que hemos perdido algo.
    Esa barca, que todos los viernes veías desde el espigón, era una amiga que acudía fiel a tu cita vespertina y ponía belleza en el mar y en los ojos que la contemplaban. Perder la belleza de un paisaje cuando él ya forma parte de lo que esperamos y deseamos ver, nos deja melancólicos.

    Luis, esto es lo que siento en tu relato; he sentido la pérdida de esa barca y el lance en su costado. En tus horas de pesca estarás solo y ya no compartirás con nadie el beso de la brisa vespertina de Poniente.
    Hay muchas barcas hundidas en el mar y otras que se vislumbran en el horizonte.

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  2. Cuando aireas tus sentimientos (al menos es lo que pensamos tus lectores), los entrelazas con tu vena poética y los adornas con descripciones minuciosas de cosas sencillas a las que personalizas; consigues que sintamos lo que tú quieres y nos llevas por el camino que has trazado como quieres.
    Hoy se me han humedecido los ojos con la muerte de tu barca, he sentido en mi costado la herida del suyo; hoy has conseguido, Luis, ponerme triste.

    Un saludo.
    Julia

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  3. Luis me ha gustado tu identificación con el paisaje; formas parte de él y en tu monólogo hablas de esa barca como algo tuyo, y sientes su pérdida con melancolía.
    He aprendido varias palabras marineras y me detuve en "escaramujos" -que solo conocía como fruto del rosal silvestre- y ahora sé que también se llama así al percebe.

    No estoy de acuerdo con Julia cuando dice: "consigues que sintamos lo que tú quieres y nos llevas por el camino que has trazado como quieres".No comparto esa adulación. Seguro que tú sabes muy bien qué cara mostrar para captar el interés del lector, porque el escritor es un gran fabulador y fingidor.
    Pero cada uno hace su lectura y siente según su sensibilidad y lo que es capaz de evocar o metaforizar, también interpretando lo escrito subjetivamente.
    Escribes bien, suave, con sentimiento. Me gusta.
    Saludos

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  4. Cuando vemos que la casa en que vivimos hace mucho tiempo ha desaparecido para convertirse en un edificio de departamentos, cuando vemos que el parque en que jugabamos es ahora una gasolinera, cuando vemos nuestra playa solitaria es ahora un balneario, sentimos que la barca de lo que nos era cotidiano se va hundiendo y que llegará el día en que repose en el fondo del mar de los recuerdos.

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