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3 de septiembre de 2012

Publicar


Buceando en internet he dado con un nuevo blog (no sé si abandonado) que ha acaparado mi atención porque su intención declarada es la acogida y difusión de escritos de gente que necesita expresarse sin más. Como era de esperar una multitud de anónimos vuelcan sus proyectos, pensamientos, reflexiones, sentencias..., con el desparpajo que le permite la ausencia de selección y crítica excluyente. Hay de todo, como en la vida; abunda la mediocridad, predomina el tópico y no es raro el egocentrismo en redacciones hechas a vuelapluma, confusas, faltas de estructura e incluso con una ortografía más que dudosa; aunque también hay textos que dejan interesantes mensajes de forma correcta, bien redactada y no exenta de originalidad y belleza. Pero, lo que me atrajo es, justamente, esta oferta de libertad de difusión para todos aquellos escritores —porque escriben— que, al margen del corsé editorial y las listas de ventas, buscan calor en la hipotética lectura de sus obras y el agradable comentario anónimo: una especie de ONG literaria.

Pero, pronto descubrí la realidad: desde la dirección del proyecto se invita al mundo editorial a participar en el evento con la intención explícita de que algún autor pueda ser captado y encauzado en la senda del papel, controlado y sujeto a selecciones subjetivas. Comprendo que muchos participantes necesiten materialmente la letra impresa, pero a decir verdad me ha decepcionado, una vez más, que la creatividad se pliegue al mundo del interés y del comercio.

Recuerdo una anécdota referida, creo que de Primo de Rivera, que durante un mitin en Cádiz, en el que arengaba a las masas con conceptos abstractos de “prosperidad”, “bienestar”, “solidaridad”, “justicia”..., una voz surgió de entre el silencio expectante:
—Don Miguel...: ¡Colócanos a to´os! —queriendo reconducir a lo tangible su sarta de promesas utópicas—.

Pues eso; en el fondo, en la masa de escritores altruistas que alaban internet y desprecian explícitamente publicar en papel, subyace un deseo mal disimulado de encontrar su obra y su nombre en letra impresa y la esperanza de que un don miguel editor le coloque en las librerías y en las listas de ventas.

….¡La vida!





1 comentario:

  1. Luís me parece un tema interesante y, como siempre,tratado con pinceladas de humor.

    En el aficionado, el deseo de publicar en letra impresa,--recurriendo incluso a la autoedición-- como si con ello obtuviera el reconocimiento indiscutible de su obra, encuentro narcisismo y exaltación del ego frente a los demás y por eso han proliferado editoriales virtuales que se aprovechan de estas debilidades humanas y engañan con falsas promesas de publicar en excelentes condiciones.
    Escribimos para ser leídos, pero basta entrar en una librería y ver las estanterias atestadas de libros del suelo al techo, para comprender que no toda la letra impresa se lee.

    Los aficionados a la escritura verán más cumplidos sus deseos en los foros de literatura. Estos no son escuelas literarias; poco rigor se aprende en ellos por falta de crítica pertinente, pero lo que se dice leer, se lee.
    Opino que más vale entregar nuestras creaciones escritas al viento; echarlas a volar en Internet para que sean leídas sin nada a cambio.

    Un abrazo

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