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13 de julio de 2013

Borrasca

 A resguardo de la ola de calor que, como es costumbre, nos visita todos los veranos, he leído en un periódico de tirada nacional las declaraciones de un político, militante de un partido de primera fila, que conceptúa la democracia como causa de la libertad. Al parecer, político y periodista desconocen, aparentemente, algo tan elemental como que es la libertad la que lleva a la democracia y no al revés.

Es cierto que la libertad total es una utopía. El individuo, ante la necesidad de vivir en sociedad, cede parte de esa esencia para que la convivencia sea posible, y tiene, en consecuencia, obligaciones en su conducta respecto de los demás; pero, sí es propietario de un resto suficiente que debe preservar y utilizar para participar en la elaboración y dirección de un proyecto social común, esto es la democracia. Una cuota de libertad que le permite, ante la imposibilidad práctica de la acción directa, elegir directamente a las personas que mejor cree le han de representar y utilizar altavoces sin restricciones para denunciar cualquier desviación de los intereses comunes. Ambas libertades —de elección de personas representativas y de expresión pública— están en nuestra sociedad secuestradas por los partidos políticos, que, con el pretexto eufemístico de ser instrumentos políticos necesarios, se han convertido en obsoletas estructuras de poder que, tras rostros televisivos, esconden en la sombra oscuros personajes que manejan de forma espuria todos los resortes del Estado; personajes que enajenan los derechos ciudadanos secuestrando los mecanismos necesarios que impiden mantener su falsa democracia: sistema electoral abierto, control administrativo, independencia judicial y disponibilidad de difusión de la opinión pública libremente expresada.

Otra vez, estas maquinarias trasnochadas que detentan el poder vuelven a caer en la torpeza de creer que la sociedad, silenciada, aparentemente adormecida y limadas las garras de un ejército perfectamente asimilado, poco o nada puede hacer para desmontar sus privilegios y desmanes. Instalados en esta estable ola de sol radiante que les luce creen estar a salvo de tormentas. Pero de nuevo se equivocan. En su cómoda actitud no atisban el peligro que amenaza su horizonte; no evidencian los negros nubarrones de los hechos que acontecen en la comunidad internacional, el frente borrascoso de las llamadas redes sociales anuncian el final de su buen tiempo. La difusión por satélites, incontenible ya, conforman un frente climático-político de sentimiento compartido, de disconformidad, de hartura, de cabreo, de hasta aquí hemos llegado, y de una actitud resuelta de descargar, más pronto que tarde, una inevitable lluvia liberadora y vivificante que acabe con ese lastre heredado que impide realizar los utópicos deseos de libertad.

Esperemos que no sea otro diluvio.

2 comentarios:

  1. Me gusta este escrito, Luis.Hay un atisbo de esperanza en esa borrasca provocada por "la disconformidad, la hartura y el cabreo colectivo".Así como otras veces te has mostrado escéptico sobre la fuerza colectiva para promover cambios,aquí aprecias ese "frente borrascoso de las redes sociales", y las armas de las que dispone el ciudadano, como ser individual y social, para elegir por quién quiere ser gobernado y su voz para denunciar las desviaciones del Poder.Tenemos voz y voto, pero no sabemos utilizarlo para conseguir el fin de tener unos gobernantes capaces y honestos.

    Esperemos que la borrasca traiga agua abundante y limpie la atmósfera contaminada.

    Un buen escrito, Luis.Claridad,denuncia, compromiso y esperanza.Está muy bien que en un blog, tan leído como el tuyo,se traten estos temas.

    Un abrazo.

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  2. No cabe duda de que la facilidad de comunicación que proporciona Internet,servirá para aglutinar a la gente que desea cambios profundos en la sociedad.Las ideas se propagan a todos los niveles con inmediatez y, aunque los gobiernos traten de controlar su difusión, están lejos de lograrlo.

    Esta conexión a través de las redes sociales tiene este aspecto positivo en medio de un mar de banalidad.

    Me uno a tu esperanza de esa "lluvia liberadora"".

    Saludos.

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