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16 de julio de 2014

La tarde




El día se va yendo disimuladamente, desparramando reflejos naranjas y violetas hasta esconderse detrás de los riscales de Sierra Morena. El monte empieza a ser dominio de alimañas, las dehesas cierran su despensa a vacas y marranos y las frutas maduran su sabor al aire fresco de las huertas. Las golondrinas y vencejos revolotean la laguna persiguiendo bandadas de mosquitos antes de cobijarse bajo las cornisas y las últimas risas y carreras de chiquillos dan paso al triste silencio de la plaza. Las luces mortecinas nacen tímidamente en las esquinas, y en las ventanas, tras sus gastados visillos que alguna vez fueron encajes blancos de bolillos, se adivinan escenas de vida familiar. En unos momentos, la noche cubrirá con su manto negro toda la vida del valle; ladrará algún perro y los niños oirán cuentos ya sabidos que hablan de promesas, de misterios, de leyendas.




3 comentarios:

  1. Preciosa esa descripción, atenta y pausada, de los últimos momentos del día, cuando el crepúsculo se despide y va cerrando la luz para dar paso a la oscuridad de la noche, preciosa...Mi felicitación y mi abrazo por tu buen hacer, amigo.

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  2. En esta tarde pintada con tus letras, te haces sentir amante de las cosas sencillas, en las que detienes tu mirada de poeta. Describes bien, Luis; en breves líneas presentas el paisaje natural y el humano, con calidez, como evocando una lejana visión que guardas en tu intimidad. O es que tu manera de escribir me lo hace sentir.

    Me alegro mucho de que no abandones la escritura en tu blog, pues el único sitio donde puedo sentir que estás vivo.

    Un abrazo (y de colores)

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  3. Y la vida continúa tras la noche
    Y otros niños, que no los de tu atardecer,
    oirán los mismos cuentos a través del tiempo
    De un tiempo donde los que leemos y sentimos la lectura de otros
    no nos pertenecerá porque no estaremos.
    Y los adultos de ese otro tiempo que no es el nuestro seguirán creyendo en los cuentos que otros adultos contarán y los niños, esos niños que no serán los nuestros, temerán al lobo y adorarán a Cenicienta…, pero no los creerán. Sólo les divierte asustarse.

    Esta descripción preciosa merece una historia. Le reto a hacerlo publicamente con Rocío, Candela o Farruco como protagonistas.

    Dibuja bien con las palabras. Termine el cuadro

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