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10 de septiembre de 2014

Mus



Aún con el sabor del salitre y el ruido de olas me desayuno esta mañana con una serie de noticias supuestamente importantes. Acostumbrado como estoy a la rutina vespertina del mus no puedo abstenerme de jugar una partida con la esencia que destila nuestra prensa, así que me pido de pareja a ese otro yo, escéptico de vocación. Da cartas cualquier diario de tirada nacional, regional o local:

Muere un anciano, de 79 años, al parecer de un infarto de miocardio. Un suceso normal por el que, sin tardar, el mundo oficial manifiesta de forma masiva y ostentosa no solo su desmedida aflicción sino su sorpresa ante un hecho aparentemente insólito. Uno sospecha de la veracidad de tal reacción cuando se debiera ignorar como se hace con otros muchos que, por atavismo vital, lo hacen a diario. ¿Por qué este anciano iba a ser menos mortal y más longevo que los otros? Acaso se puede comprar un corazón nuevo? ¿o un sistema vascular a estrenar? ¿o un filtro renal inalterable? No; la biología nos muestra, una vez más, que somos seres imperfectos y vitalmente insobornables. La muerte nos iguala a todos aunque haya que aplicar aquello de “mal de muchos...”. Pierdo la grande.

Otra carta es la intrascendente noticia de la renuncia de Ana Botella a presentarse a la alcaldía de Madrid en la próximas elecciones municipales. La verdad, Madrid me coge bastante lejos espacial y anímicamente y, como ignoro la capacidad gestora de una persona que, socialmente, solo se conoce como la mujer de Aznar, tampoco me dice nada. Hablan de Aguirre y Cifuentes. No son malos tres pitos pero ya se sabe: “ envidar a chica perdedor de mus”.

¡Hombre, me ha entrado un rey! Stephen Hawking, una de las mayores inteligencias de la historia que malvive encarcelada en el más feo amasijo de carne humana que conozco —¿castigo de Dios?—. Nos dice que “el bosón de Higgs” puede cargarse el universo (desde aquel famoso que atribuyen a Juan no dejan de anunciarnos Apocalipsis). Desde luego, si éste sucede desapareceremos de un plumazo, todos y todas, sin enterarnos de si esto de vivir tiene sentido o es un estúpido accidente. Pero como este rey viene solo no tengo pares.

Otra “macrocausa” de la juez Alaya me llega finalmente. Parece que esta vez está bien enganchado un conocido cacique andaluz. Puede ser un buen juego pero está por ver si le aceptan la instrucción los tribunales competentes (es un decir). Llevo treinta y uno pero voy de postre.

Nos damos mus, compañero.


3 comentarios:

  1. Andaba yo buscándote por ahí e inquietándome por tu ausencia, y, al fin te encuentro aquí echando una partida de Mus muy especial. Tan solo conozco las cartas pero no el juego y tal vez, por eso me pierdo algo de tu ingenio literario y tus acerados comentarios, pero creo entender lo suficiente para felicitarte por convertir en materia literaria las crónicas negras de nuestra sociedad, con una prosa ágil,irónica y aguda y una estructura textual impecable que me ha hecho sentirme espectadora interesada de tu partida de Mus. Los comentarios que haces cada vez que te llega una carta son muy buenos.

    Mi felicitación, Luis. No seas perezoso y escribe más a menudo.

    Un abrazo.

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  2. Es una magnìfica idea jugar al mus politeando. Mis felicitaciones.
    Un saludo.

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  3. Querido compañero, lo que has escrito es "solomillo de en medio", es decir te apuntas 5 de tirón, porque además cuando escribes eres "la mano", es decir MANDAS.
    Un abrazo.

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