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26 de julio de 2015

El pelado



El tímido sol de otoño atraviesa los cristales y se desparrama por el suelo bicolor mientras, sentado en el sillón giratorio, repasa un periódico atrasado el barbero de mi pueblo. Alza la vista ante el primer cliente del día y se levanta adoptando un solícito gesto profesional.
—¡Buenos días!, Basilio. Ya estamos de vuelta ¿no? —saluda, jovial, al recién llegado —. ¡Qué tal ese viaje?
—Pues muy bien; llegué ayer, algo cansado, pero satisfecho.
Se acomoda en el asiento y el barbero le ajusta el paño blanco alrededor del cuello.
—¿Quiere que le pele otra vez?
—¡No, no, no!, solo afeitado.
—¿Y qué, le gustó Roma? —continuó el tema, mientras enjabonaba.
—La verdad es que sí.
—Pues yo no se que le habrá visto a esa ciudad; total, solo son cuatro piedras, plazas ruinosas llenas de muñecos de mármol desnudos, calles sucias, gente gritando y manoteando..., y todo muy caro.
La espuma tapa casi las orejas y la boca cerrada del cliente.
—Además, está dominada por la mafia e infestada de golfos corruptos como Berlusconi— continuó, mientras suavizaba el filo de la navaja. —Y ¿qué es lo que le gustó más?
—El Vaticano —respondió, alzando el cuello para facilitar el rasurado.
—¿El Vaticano? —hizo un gesto despectiva —; ese si que es un nido de víboras. Riquezas incautadas, finanzas opacas, banqueros usureros, oscurantismo, homosexualidad..., ¡qué se yo! Y, seguro que ni siquiera pudo ver al Papa, otro que tal baila.
—Sí lo vi. Y me hizo señas desde lejos para que me acercara.
—¡No me lo puedo creer! —exageró su incredulidad.
—Me arrodillé ante él y al inclinarme para besar su anillo me habló.
—¿Que le habló?, ¡no me diga que le habló! Y ¿qué le dijo?
—No se lo puedo decir.
—¡Venga, hombre!, no creo que sea nada especial.
—...
—Solo por curiosidad —insistió el peluquero.
—Pues... acercó su cara y me dijo al oído: “Hijo mío, ¡tápate la cabeza, por favor!, ¿quién ha sido el mamarracho que te ha pelado?”

El resto del afeitado se desarrolló en silencio.

2 comentarios:

  1. Una sonrisa me ha levantado este texto. Un chascarrillo que en otro autor puede parecer vanal y que usted ha engalanado con un diàlogo muy bien llevado.

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  2. Este relato lo sitúo dentro de la serie de retratos literarios de personajes singulares como los publicados en años anteriores: "Sotarraño", "El Santa", "El gitano de Mairena" y algún otro.Y me encantan por la destreza e ironía con la que describes personajes sencillos, casi primarios, con un formidable sentido del humor.

    Mi enhorabuena, Luis. Casi diría que es tu especialidad.

    Un abrazo.

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