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26 de junio de 2011

Cosas mías

Hoy, domingo, hemos recibido carta de José. Dice que está bien. Que ya ha terminado la instrucción y ha empezado a hacer guardias en la puerta del cuartel. Le han dado un mosquetón —“mauser”, dice que se llama— pero sin balas y harán prácticas de tiro la semana que viene. Que el rancho es muy bueno y abundante. Que Sevilla es muy bonita, hay muchas casas y mucha gente y las muchacha son muy guapas, que se acuerda mucho de nosotros, y que cómo está el pueblo.

Tengo una sensación rara; como si me faltara parte de mi cuerpo y tuviera que ir a buscarlo. Le he escrito, a vuelta de correo, una larga carta donde le cuento las cosas del pueblo: Que las cosas aquí siguen mal, hay poco trabajo y mucho parado. Y, el que tiene la suerte de que lo cojan, tiene que aceptar la miseria de jornal que le dan ¡y dar gracias, encima! Nosotros vamos tirando con lo de padre y lo que arrimo yo haciendo destajos. No te lo debía decir, pero madre también lava algunos días en casa de los ricos. Dicen por la radio que la República va a repartir las tierras, pero no me lo creo; aquí, Donato, el de Dionisio, que es ahora el alcalde, se ha juntado con unos cuantos y está todo el día alardeando en el casino: «vamos a ocupar...vamos a incautar...», ¡no hacen nada de nada! Han empezado a robar en las huertas y en los corrales. Se llevan las gallinas y los marranos. Dicen que son necesitados pero yo creo que hay de todo. El tío Plácido está más exaltado que nunca, echa la culpa a los ricos y la tiene tomada con el cura. Dice que cualquier día salen ardiendo los santos. En fin..., las cosas del pueblo. No le he dicho nada de Milagros; él parece que no se acuerda de ella y yo lo prefiero así.

Salgo a echar la carta en el buzón de la plaza. Hace una tarde espléndida; a través de algunas ventanas, abiertas de par en par, llega hasta la calle la música de la radio: coplas de Imperio Argentina o Estrellita Castro y algún pasodoble torero (“la novia de Reverte tiene un pañuelo con cuatro picaores y Reverte en medio...”), y cuelgan gitanillas de los balcones de las casas de calidad. Los chavales juegan en el llano, ellos y ellas, a las mismas cosas de ayer y de siempre pero a mí ya no me atraen. Hoy, mis pasos andan el camino de la fuente de arriba, como antaño los mayores. Como los mocitos de siempre, lavado y con ropa limpia, aguardo el momento diario que da sentido a la jornada. Allí me siento en el poyete que bordea la fuente, alrededor del agua, mirando con avidez la llegada de las mozas que, compuestas con sus mejores galas, se acercan con su cántaro y se inclinan a llenarlo, insinuando aquí y allá algún encanto, al tiempo que obsequian con miradas de arrebato a los mozos que prefieren para que, guardándolas como tesoros, las trasladen a sus sueños. Luego, displicentes, se alejan sinuosas, con su vasija al cuadril, dejando un reguero de suspiros y alguna palabra suelta que delata una pasión descontrolada. Es nuestra rutina diaria, nuestro alimento amoroso cotidiano, el motor que mueve nuestras vidas.

Llega Milagros. No entiendo cómo, teniendo mujeres a su servicio que hagan el trabajo, viene por agua a la fuente los domingos por la tarde, pero tampoco tengo explicación para ese impulso que me mueve a venir, sin necesidad de acarrear agua, precisamente ese día y a esa hora. Se ha puesto un vestido azul, sin mangas, y tiene prendida una flor blanca en su pelo negro recogido: es preciosa; ¡ahora comprendo el sentimiento de José! Su cuerpo ha cambiado mucho. Tiene cosas que me gusta contemplar cuando camina. Ya no ríe tanto... ahora adopta un aire serio, distante, pareciendo que quiere despreciar a los que fuimos amigos hace unos años. En un momento su mirada se cruza con la mía, solo es un instante pero algo me entra por el cuerpo. Ganas me dan de pedirle de beber agua en sus lindas manos, como hacen otros, pero no me atrevo. Solo mis ojos la siguen hasta que se pierde por la esquina. Después me envuelven la tristeza, la soledad y el silencio.

Se han encendido las luces, ya estará mi padre en casa, ya comeremos los tres bajo la luz del carburo sin pronunciarnos palabras. Mi padre mirará a mi madre y mi madre, con ternura, devolverá su mirada, pondrá su mano en su brazo y le suplicará calma, y acariciará mi pelo, y me preguntará en voz baja:«¿qué le pasa a mi pequeño?, cuéntanos lo que te pasa».

Otra noche sin dormir, sin sueño, sin esperanza, rumiando mis pensamientos me encuentra otra vez el alba.


3 comentarios:

  1. Mucho mejor, Luis. Era colocar los elementos en su lugar.

    "Que está bien. Que ya ha terminado la instrucción y ha empezado a hacer guardias en la puerta del cuartel"
    Yo lo dejaría:
    Que está bien, ha terminado la instrucción y ha empezsado,,,
    Lo el mauser lo eliminaría o lo pondría junto a mosquetón.
    En general eliminaría los que (quizá dejaría el último). Aunque sea la manera de hablar del narrador, resulta demasiado vulgar.
    "Se ha juntado con unos cuantos y está todo el día en el casino diciendo tonterías. No hacen nada de nada."
    Demasiadoo manido, cambia las frases para decir lo mismo o eliminalo directamente.
    Creo que debes pulirlo. Como siempre,prosa y vocabulario impecable.

    Un saludo.



    ¡Sigue!

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  2. Me gusta muchísimo más ahora.Los arreglos y añadidos que ha hecho enriquecen el relato.Sobre todo el pasaje de la fuente: la explicación, tan significativa, de la "sinrazón" de esa tácita cita con Milagros, en ese lugar y a esa hora, cuando ninguno de los dos necesita ir a buscar agua.Esto tiene ya una indudable intensidad;lo mismo que el reconocimiento de que estos encuentros son el alimento en su rutina diaria. Ahora sí que se oye la voz de él expresando su sentimiento.
    ¿Y por qué ha suprimido la descripción de la casa de Milagros?. Cuando el narrador dice que es de casa rica, podría incluirse, aunque más brevemente que en el anterior relato.

    -En el párrafo 3º le sugiero:"A través de algunas ventanas abiertas de par en par, llega hasta la calle" la música de la radio...etc.
    Esta descripción del ambiente es muy buena y las canciones e intérpretes muy bien elegidos.

    Algunas objeciones:
    -En el primer párrafo, creo que sería mejor suprimir todos los "QUE". No son necesarios y quitan fluidez a la explicación.
    -Añadiría algo más sobre cómo percibe José Sevilla; tratándose de un joven agudo e inteligente, lo que dice me parece muy simple.
    -Sobre el alcalde y comparsas en el casino, en lugar de "tonterías"( que es poco expresivo, podría decir: ·banalidades", "pasando el rato"...
    -Ortografía: espléndida (con acento).
    -Errata: "su mirada DE cruza con la mía...se cruza...
    -"Compuestas como en misa": como cuando van a misa; como para ir a misa; endomingadas...

    Disculpe tan minuciosas objeciones.Recíbalas como señal de que me gusta mucho su relato y lo he leído con detenimiento.
    ¡Enhorabuena por esta nueva versión y gracias por tener en cuenta los comentarios !.

    Saludos.
    ^^^^

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  3. Luis, le pido disculpas porque la objeción que le hice en el comentario anterior,sobre por qué había omitido la descripción de la casa de Milagros...no procedía. Me confundí con el relato "Ricos y pobres"(antes Milagros),en el que ya se describe esta casa.

    Saludos
    ^^^^

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