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12 de junio de 2011

Ricos y pobres

Va a hacer un año que José se fue a la mili y que yo dejé la escuela. Tengo sensación de estar abandonado. Recuerdo con nostalgia nuestra niñez compartida. Lejos en el tiempo quedan ya la escuela, la venta de cisco y de pescado y los juegos de la plaza; incluso la cama en que dormíamos ha quedado inmensa y fría.

Bernardo, el manijero de don Manuel, me ha cogido para la siega de este año. Como soy novato voy por la mitad de jornal, casi tres pesetas que buenas son para arrimarlas a casa donde las esperan impacientes. Llevaremos tres fanegas segadas y todavía vamos a buen ritmo. Somos cinco de cuadrilla segando desde el lunes y el calor es insoportable. El sol abrasador es implacable sobre todo con los pobres. El sudor empapa las camisas y pudre los sombreros de paja con pañuelos por la nuca. Me dicen que, al final, será igual que otros años: lo soportaremos y, aunque desfallecidos, acabaremos la faena antes de un mes. Para finales de agosto el trigo debe de estar en el granero y nosotros descansando, habiendo cobrado lo nuestro.

Salimos de madrugada desde el pilar de abajo, después de comer fuerte, pan con ajo, aceite y tocino entreverado fresco de papada o de verija, un tazón de café solo que espabile y una copa de aguardiente, de una vez, y otra si cabe. Llegamos al tajo, con las mulas de cabestro, dejamos las alforjas del almuerzo a la sombra de los chopos y recogemos los vencejos preparados que reposan húmedos en los bordes del regajo.

Echamos mano entre dos luces y comenzamos donde ayer finalizamos. Con la zoqueta en una mano y la hoz en la otra vamos segando gavillas y dejándolas al pie del surco, donde otro las recoge y las junta haciendo haces que rodea y ata con vencejos mostrando alardes de maestro. La mulas vienen detrás, con la jalma y la jamuga en la que, ayudado por el bieldo, pinchamos tres haces a cada lado. La recua las lleva con su andar cansino al llano de la era y allí descargan en el tresnal, bien apilados y con el grano hacia afuera para que escurra el agua si es que llueve. Es un trabajo en equipo, con los brazos justos que disimulan con su orgullo el esfuerzo agotador. Los cantes se dejan para la trilla, ahora se precisa todo el resuello para la faena.

El almuerzo, esperado a mediodía, es el momento placentero de la jornada. Sentados a la sombra de los chopos, después de refrescarnos en el pilón de la huerta, vaciamos las alforjas y sacamos la chacina a la espera de que alguien termine de majar el gazpacho. Pan y tocino en una mano, navaja compañera en la contraria, y, de cuando en cuando, cucharada en el dornillo y paso atrás para que entre otro. El agua fresca del cántaro, recién traída, cierra el ágape, pasando a un rato de descanso en el que unos dormitan y otros ríen contando chascarrillos.

El ritmo cae como cae la tarde. El cansancio empieza a hacer estragos en los agotados cuerpos. Ya no se conversa, ya casi ni se piensa... Bernardo nos vocea cuando el sol le queda poco para meterse detrás de los riscos de Hinojales. Recogemos los aperos y los avíos y, con las mulas de cabestro, regresamos al pueblo con caminar lento, apurando el último resuello que nos queda. El agua y la ropa limpia me espera, también comer algo caliente y fumarme un cigarro con mi padre en la puerta de mi casa. Después me meto en el camastro y me dejo llevar por los sueños.

Esto no es futuro, tenía razón don Genaro. Quizás debiera ser albañil. Se me da bien la construcción de paredes. Ayudando a mi tío Plácido puedo aprender a hacer tapias, prensando el barro y la paja entre las tablas y ser requerido para hacer cuadras, cochineras y majadas, arreglar cobertizos e incluso alguna casa rica del pueblo, como la de Milagros, donde trabajé con él esta primavera.

Allí descubrí lo que es el lujo. Las puertas, las paredes altas y derechas sosteniendo retratos de antepasados y pinturas de fruteros con uvas, naranjas y melocotones, o de perdices colgadas al lado de cartucheras y escopetas; láminas alargadas de paisajes imposibles, de árboles que, en su frondosidad, esconden estanques sombreados donde nadan cisnes majestuosos con sus largos cuellos encorvados mirándose vanidosos en las tranquilas aguas verdes. Espejos de envolturas doradas y relucientes y relojes historiados, misteriosos, sugerentes, siempre con su ritmo a cuestas, con su tic tac siempre, siempre, recordando en un letrero, que el tiempo pasa volando y que se acerca la muerte. Los asientos y los muebles reflejándose en el suelo embaldosado, reluciente por los fregados y la cera. Una mecedora oscura, con sus brazos retorcidos, con su asiento de rejilla, con un cojín de ganchillo que espera que alguien se siente, la acaricie con sus manos y se meza lentamente. Lámparas de cristal cuelgan del techo y seducen con sus cristales traviesos, con sus reflejos y sus luces. Cortinas aquí y allá de encajes y terciopelo ocultan con su pudor a los que vienen de fuera que lo bello está por dentro.

Un patio de ventanales de cristales de colores, mezcla el blanco de la cal con los murmullos del agua y aromas de mil olores, y, mientras su madre cose un aguar de mil primores, riega las flores Milagros, Milagros riega las flores. Y una coplilla agradable que refiere unos amores cantan la madre y la hija cantan las dos, a dos voces. Y sonríen los geranios, aplaude la esparraguera, el jazmín lanza piropos junto a la dama de noche, alrededor de la fuente que lanza al viento su chorro mientras voces femeninas las riegan cantando a coro.

Y atrás, sin quererlo ver, como quien no quiere verlo, oculto en una alacena el pan blanco, recién hecho, el aceite, los garbanzos, los alcauciles, los puerros, las alubias, los guisantes, las patatas y los huevos. Los chorizos, las morcillas y jamones de los cerdos, productos de la matanza colgados, allí en el techo. Y allí al lado, en la cocina, donde hay más ajetreo, hierve en la olla el tocino, la cebolla y el pimiento; un tomate colorado y unos dientes de ajos frescos. Huele a laurel y a comino, a yerbabuena y romero; llega un olor que alimenta que resucita a los muertos.

No tengo envidia, pero siento pena por mi madre. Ella, por mucho que se esmere, nunca podrá disponer de algo parecido. ¿Por qué unos tanto y otros tan poco? Me he preguntado por primera vez. ¿Cómo y dónde tiene uno que nacer para disfrutar de ésto? o ¿dónde y cómo conseguirlo sin robarlo ni pedirlo? Dice mi tío Plácido que la república nos dará oportunidad para que todos tengamos acceso a ese bienestar que aquí contemplo. Que será únicamente el trabajo la forma de obtenerlo. Se acabarán los privilegios que otros detentan y la justicia social prevalecerá sobre todo y sobre todos. Pero la verdad es que hace cuatro años que se fue el rey y no hemos notamos nada; todo sigue igual. Mi padre calla, con gesto serio y preocupado. Él piensa distinto. No está seguro que los ricos, aliados entre ellos y con los curas, dejen hacer a los nuevos políticos. Tampoco que ellos, ilusos, sepan hacer lo que sería necesario. Cree que uno no debe esperar nada de los demás y ha de conformarse con lo que tiene o puede obtener con sus manos. Sin embargo no lo veo muy convencido con los dichos de mi madre: «no por mucho tener se es más feliz», «el adorno de las casas es la alegría de estar sano y el cariño de la gente que en ella vive» y «no es más rico el que más tiene sino el que menos necesita».

«Vete tu a saber» —concluyo cuando me rinde el sueño.


12 comentarios:

  1. Voy siguiendo esta historia con interés y opino que estos últimos capítulos no alcanzan la excelencia de los dos primeros en los que hablaba del padre y de la madre.
    En éste,el título no me parece acorde con el relato, ya que de Milagros apenas se dice nada.

    En el episodio de los muchachos en la fuente para ver llegar a las mozas y fantasear entre el deseo y la realidad, me parece que no logra trasmitir las emociones y las turbulencias que se producen en el interior de los adolescentes; como tampoco los disimulados intentos de seducción de las chicas, a pesar de aparentar "displicencia". Creo que no se detiene suficientemente en este punto tan importante en esa etapa de la vida.

    En cuanto a los dos poemas que incluye, opino que no es necesario versificar lo que dice.Quedaría muy bien en prosa.

    Me gusta la primera parte: la añoranza de José,las conversaciones de los mayores sobre la situación,las aspiraciones del hijo a ser un buen albañil, etc. y, en general su forma de narrar.
    ¡Ah!, y no entiendo por qué ha escrito entre comillas esparraguera y coleo, si son nombres normales de plantas.
    También opino que República debería ir con mayúscula.

    Bueno,disculpe mi actitud crítica en algunos puntos.No obstante, le reitero que su prosa me parece buena.Espero poder, algún día,enterarme de que ha logrado terminar lo que parece una novela.
    Saludos.

    ^^^^

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  2. En cambio, a mí, me encantaban versos y prosa. La cadencia de las palabras lo pide y el recurso una experimentación preciosa.
    Me parece, todo en prosa, que ha perdido el encanto. Es como cuando mezcla canciones de forma literal... inmejorable.
    Estoy de acuerdo con ^^^^ en que el capítulo debería llevar otro nombre, Milagros apenas es una pequeña sombra.
    La disgresión del narrador que comienza en "Rutina diaria...único objetivo de la vida" me parece fuera del relato y del narrador. Lo eliminaría.

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  3. Anónimo,la mezcla de poesía y prosa puede gustarme en algunas ocasiones, como en el relato de "El Renco"; ahí es como una copla que explica los rumores de la gente, y se desprende, con gracia, de la parte narrativa.

    Pero en este relato, opino que la poesía no tenía vida propia, ni eran -en mi opinión- buenas. Por eso me parecían que estaban fuera de lugar y pasadas a prosa me parece más correcto.
    Sería bueno escuchar otras opiniones.

    Saludos.Me gusta compartir opinión contigo.

    ^^^^

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  4. ^^^^, de igual forma se utilizaba aquí. El narrador vuelve a su vida diaria y continúa la historia como una copla: otra vez la cena, la familia...pero con otro matiz, Milagros se ha colado en su vida.

    Esa rutina, el ahondar en la perspicacia de la madre y la complicidad entre los padres, expresado a través de unos versos sencillos en cuanto a ritmo y métrica; creo, es un recurso inmejorable.

    Un placer compartir contigo, para mí también, opiniones.

    Saludos.

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  5. Creo, sinceramente, que este espacio pertenece exclusivamente a los lectores; pienso que el autor no debe ocuparlo y he decidido actuar en consecuencia. Pero, como este silencio personal puede ser malinterpretado, quiero manifestar que acojo con respeto todos (digo todos) los comentarios que se hagan sobre mis escritos; solo el hecho de alguien los busque y los lea es de agradecer.
    Pero si, además, los comenta como ustedes, mis queridos anónimos, desde el conocimiento literario, la seriedad, la sensibilidad y la elegancia, me llena de satisfacción y hace que considere acertada esta forma de compartir pensamientos y sensaciones.

    Administraré, sin duda, los consejos y sugerencias puntuales que me brindáis. Me servirán —me han servido ya— para mejorar mi modesta forma de expresión y procuraré reinvertirlos en relatos cada vez mejores para no defraudar a mis lectores, actuales y potenciales.

    Un cordial saludo.

    Gracias.

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  6. Me parece bien su intervención; es más, me ha gustado.Comunicarse con el autor, puede servir también para comprender aspectos formales de sus escritos; como ,por ejemplo, la versificación dentro de la narrativa.¿Qué es lo que usted cree que aporta? No creo que sea simplemente originalidad.(Ya existen relatos que incluyen pequeños poemas)); debe de haber una razón más profunda que a mí se me escapa.

    Gracias por la valoración que hace de nuestros comentarios.Para mí es un placer leer y opinar.

    Saludos.
    ^^^^

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  7. Hola. Vuelvo para explicar la diferenciaque yo veo entre los poemas de "El Renco" y los que se incluían en este relato.

    Fíjate que ninguno de los dos se separa de la parte narrativa. El primero, es la continuación de la descripción de la casa de Milagros.¿Por qué cambiar a verso?. El segundo,tampoco es exterior al narrador.Son los pensamientos del mismo, sobre la soledad, la rutina, lo que presiente que va a ocurrir.Es la misma narración, pero hacia dentro de uno mismo.Nos describe su paisaje interior.
    Bueno,discrepar así, por escrito, es dificil para llegar a un acuerdo. Tal vez sirva para que el autor maneje las opiniones, las confronte con las suyas y le demos quebraderos de cabeza.

    Saludos.

    ^^^^

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  8. Hola, ^^^^.
    "Fíjate que ninguno de los dos se separa de la parte narrativa. El primero, es la continuación de la descripción de la casa de Milagros.¿Por qué cambiar a verso?. El segundo,tampoco es exterior al narrador.Son los pensamientos del mismo, sobre la soledad, la rutina, lo que presiente que va a ocurrir.Es la misma narración, pero hacia dentro de uno mismo.Nos describe su paisaje interior".

    No lo veo así, es la continuidad de la historia pero dentro del paisaje interior (como bien dices), Hay ruptura entre el mundo exterior (cohetes, fiestas, baile...) y el interior.

    Aprendo con los comentarios y me gratifican las controversias contigo.

    Luis, como dijo ^^^^, se espera del autor un comentario, su propia percepción de lo que ha escrito, que no es más que su manera de entender la literatura; si el autor silencia esto o (como en otros hilos) no agradece la intervención, directamente los anónimos no entran.

    No es un lugar del lector, creo que estás errado en su concepción, es un lugar de comunicación entre comentaristas y autor.

    Esa es la finalidad de un blog. Para pulir escritos están los talleres literarios.

    Saludos a los dos.

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  9. Anónimo,coincidimos en la participación del autor y lo que puede aportar a nuestros comentarios.
    Volviendo a nuestras percepciones sobre el tema del relato, creo que ese cambio "exterior-interior" edn boca del mismo narrador, se podría indicar con distinto tipo de letra, aunque solo en el poema final. El de la casa de Milagros, lo veo absolutamente innecesario.

    También creo que, al pasar los poemas a prosa, ésta necesitaría ser retocada para que no resulte excesivamente poética.

    Saludos.
    ^^^^

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  10. ^^^^, El poema final me sigue gustando como recurso y ponerlo con otro tipo de letra me parece una buena idea.

    Si el autor decide dejarlo en prosa, coincido contigo en que debería ser retocada para que no parezca poética.

    Hablo contigo frente un café para mí y otro para tí.

    Saludos.

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  11. Anónimo,ahora mismo estoy saboreando el café contigo, mientras charlamos y esperamos al autor para que concluya,con su punto de vista, sobre nuestras opiniones, que se van aproximando, pero no acaban de coincidir.
    Gracias por la invitación.

    Saludos
    ^^^^

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  12. Esta versión me parece muy buena.Amplía y añade descripciones sobre el duro trabajo de los jornaleros en la siega,su frustración y la falta de perspectivas.
    Introduce un vocabulario muy rico, propio de esa zona geográfica.
    Nos muestra ya a un joven más maduro, que capta las diferencias entre ricos y pobres sin que encuentre justificación:

    "¿Por qué unos tanto y otros tan poco? Me he preguntado por primera vez. ¿Cómo y dónde tiene uno que nacer para disfrutar de ésto? o ¿dónde y cómo conseguirlo sin robarlo ni pedirlo?"...

    De esta manera, usted dota al personaje de profundo contenido; pobre, pero con capacidad de reflexión sobre las injusticias.
    En definitiva: ¡¡Un excelente relato sobre la frustración de la gente que no tiene otro capital que sus manos !!.

    Saludos
    ^^^^

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