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11 de enero de 2011

Sáncho

Lo busco con todo afán
quiero imitarte en tu porte,
en tu iluso caminar
por esos mundos de Dios,
sin saber cuando ni donde.
Con tu luciente armadura
y con tu flaco rocín
ya sea abatiendo molinos,
ya liberando cautivos,
ya reventando pellejos,
en Barataria feliz.
Díme tú, ¿por qué no puedo?,
¿qué será lo que me pasa?
¿Es que soy gordo y bajito,
que soy cerrado de barba?
¿O porque monte en un asno,
y vista tabardo y faja?

No es por eso, y digo más:
Es que siempre te acojona,
más que el riesgo y la aventura,
la opinión de los demás.
Mofarse de ti los necios,
que desprecian porque ignoran,
lo que sientes, lo que haces,
no lo puedes soportar.
Pero no solo es por eso,
lo tengo que confesar:
Un cerebro como el tuyo
nunca podrá imaginar
una Dulcinea sin par
que no sea de carne y hueso

...y, así, no puedes soñar.

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